Monday, June 18, 2007

(Escribí este correo hace varios días pero no he podido mandároslo hasta ahora. Siento el retraso, chicos).



Hola de nuevo, gente. Aquí tenéis la segunda parte de mis aventuras en el país del pato Donald. Con el tiempo tal vez me abra uno de esos blogs gratuitos como muchos me habéis recomendado, para ir colgando en él mis impresiones y de esta forma no tener que importunaros más con mensajes directos a vuestras cuentas de correo.
Si el anterior email os lo escribí en un día despejado y relativamente templado, hoy en cambio pintan bastos en Boeing City: Estoy en mi habitación atrapado por la nieve... ¡y gracias! Por suerte he conseguido llegar hasta el hotel después de conducir durante hora y pico, pero hay otros que no han sido tan afortunados: Acabo de hablar por teléfono con Javi Tella y Raquel Sandoval, que como han currado una hora más que yo ya se han encontrado las carreteras totalmente colapsadas y han tenido que quedarse en Boeing. Ya me advirtieron al llegar que aunque aquí nieva con frecuencia esta gente en realidad no está preparada para las nevadas, y por increíble que parezca es cierto. Cada vez que cae una de estas se monta la de Dios es Cristo y la mitad de la gente no puede ir al trabajo o, como en este caso, salir de él. Ya cuando estaba en Madrid nos tocó suspender alguna conferencia telefónica porque ninguno de los yanquis invitados a ella había conseguido llegar al curro. Aquí no tienen suficientes quitanieves (y los que hay son bastante antiguos), la mayoría de los coches carece de control de tracción y de ABS y aunque las carreteras son buenas, el asfalto que usan enseguida se levanta y se cuartea por todas partes, así que la mayoría prefiere no salir a la calle para no jugársela. Y los pocos valientes que lo hacen se encuentran con la interestatal 5 (la que lleva a Seattle y alrededores) completamente atestada, de modo que tienen que pasar la tarde encerrados en el coche. Un caos, en fin.

El caso es que no me importaría estar aquí calentito mirando caer los copos de nieve por la ventana y escribiéndoos esto, si no fuera porque ahora mismo tendría que estar en Seattle firmando los papeles del contrato de mi nuevo apartamento. Porque, por si no lo sabíais, he decidido que me voy a vivir al downtown. Una semana en el apartotel ha sido más que suficiente para darme cuenta de que si me quedo aquí los seis meses me volveré completamente loco. Nada que hacer salvo ir de compras, ningún sitio para pasear (salvo el Silver Lake, que en esta época tampoco está para muchos paseos) y casi nadie con quien hablar (por las tardes solo se queda Javi, porque los demás se bajan a la ciudad para no agobiarse).
Tomé la decisión hace solo un par de días, pero como veis no me ha costado mucho encontrar alojamiento, ya que me voy a quedar con el apartamento de otro españolito que se pira esta misma semana, un poco antes de lo previsto. También le he comprado los pocos muebles que tenía, pero aún no está firmado nada, y por eso es por lo que quería haber ido hoy mismo para dejarlo todo arreglado.
El precio no es ninguna ganga pero tampoco es de los más caros (se me quedará en unos 1100$ al mes, que son unos 800 €). Es más o menos lo que se está pagando por aquí de media. Es bastante grande, está orientado al sur y tiene unas vistas estupendas (de frente el lago Union y el puerto deportivo, a la derecha los rascacielos del centro y a la izquierda el Space Needle, el símbolo de Seattle). Os adjunto un plano aproximado para el que sienta curiosidad. El ventanal va casi de pared a pared y está a un metro por encima del suelo. Como veis tengo mucho espacio y un montón de armarios empotrados que probablemente no llenaré. Me he quedado también con los pocos muebles que tenía este chaval (a mitad de precio a pesar de estar casi nuevos, así que no me puedo quejar). A saber; Una cama de 1.40, una tele, una mesa con cuatro sillas una lámpara de pie, un escalón de madera, una mesilla, una tumbona y otros cachivaches menores (platos, cubiertos, sartenes, una plancha, una batidora y varios productos de limpieza). Estoy pensando comprarme también unas plantas y un sofá cama por si alguno de vosotros se decide a hacerme una visita en los próximos meses (!)
La ciudad en sí no es que sea gran cosa, pero tiene su encanto. Supongo que se la podría definir como una especie de Nueva York en pequeño, con esa típica mezcla americana de cutrez y cosmopolitismo, aunque con mucha menos vidilla, eso sí. Hay muchos vagabundos por las calles, pero no parecen peligrosos. Tiene bastante marcha los fines de semana y desde donde voy a vivir se puede ir casi a cualquier parte caminando en menos de media hora.
Lo mejor de todo es que casi todos los españoles están por esa misma zona (salvo unos cuantos que viven más al sur, en los apartamentos Harbor). El fin de semana pasado estuve dando un garbeo por ahí con Luis Custardoy y los demás y me llevaron al famoso Crocodile, el local donde nació el movimiento ‘grunge’ allá por los años 80. El grupo que tocaba ese día no tenía nada que ver con los Nirvana pero bastante buenos. Hacían una mezcla de country con rock, blues, funky y varias cosas más y la verdad es que sonaban de puta madre. Luego estuvimos en el Amber, un local muy fashion, donde se dejan ver muchos pijos siatelianos (no sé ni como nos dejaron entrar). Las chicas parecía que habían salido todas de una boda y los tíos poco más o menos, así que no se puede decir que me encontrara en mi ambiente, pero tampoco estuvo mal.

El domingo estuve también con el grupito de Aernnova en otra barbacoa (mucho más tranquila y civilizada) en los Harbor, que son los apartamentos de más lujo de todos los que estamos ocupando por aquí, tienen jacuzzi, piscina climatizada y un montón de comodidades, así que lo pasamos bien y comimos como cerdos por solo 10$, jeje.

En fin, que por allí la gente se lo pasa bien y vive bastante mejor que en el hotel de Everett, así que creo que he tomado la decisión correcta. Espero poder escribiros ya el próximo correo desde mi nuevo hogar.

Acaban de llegar Raquel y los demás y dicen que van a hacerse unas fotos en la nieve, así que me bajo con ellos un rato. Ya os mandaré alguna.

Nada más. Besos y abrazos